Alrededor del año 1000 tienen lugar una serie de importantes cambios políticos, sociales y económicos. Son ciertas las profecías? El mundo llega a su fin? En realidad sí, un determinado mundo exhala su último aliento …
Pero empieza otro: el mundo feudal. Se inicia una nueva época donde el poder político se atomiza, donde predomina la fuerza militar ejercida por los señores feudales, donde la ley que juzga el pueblo se deriva sólo de los poderes señoriales y donde la pequeña agricultura debe entregar sus propiedades a estos nuevos poderes y jurar obediencia. Así se construyen los señoríos feudales.
Los inicios del vizcondado de Cabrera se sitúan en este contexto, en el siglo XI, cuando Ermessenda de Montsoriu y Guerau de Cabrera, uniéndose en matrimonio, crean el embrión. Ellos no lo saben, pero esta incipiente señoría, ubicada en las actuales comarcas de la Selva, Osona, Vallès Oriental y el Maresme, pasará a la historia logrando una simbiosis de más de 500 años entre estirpe y territorio. Algunos genealogistas de época atribuyen orígenes legendarios al vizcondado pero, en este caso, las vicisitudes reales de varios vizcondes, vizcondesas y otros personajes del vizcondado superan las leyendas.
Durante los siglos XI, XII y XIII los ojos del linaje Cabrera vislumbran nuevos paisajes hacia las tierras de poniente, escenarios de recientes conquistas territoriales frente a los sarracenos. Se convierten vizcondes de Àger y tienen también un papel destacado en la historia del condado de Urgell, cuando una rama de la familia llega a obtener su titularidad tras una disputa política con el rey Jaime el Conquistador.
En 1278 Guerau VI de Cabrera muere sin descendencia masculina. Ante esta situación, su única hija, llamada Marquesa, toma las riendas del vizcondado al alcanzar la mayoría de edad. En 1327 Marquesa de Cabrera otorga un importante privilegio a los habitantes de Hostalric estableciendo la creación de su universidad (comunidad vecinal con personalidad jurídica). Este hecho se convierte en un impulso decisivo hacia la capitalidad administrativa del vizcondado por parte de Hostalric y, también, para la promoción de algunos de sus habitantes. Por ejemplo Pere de SantAntoni, notario público de Hostalric y destacado jurista, que a lo largo de su vida ejerce varios cargos a las órdenes de Cabrera: juez ordinario, procurador general y notario público de todo el vizcondado.
Marquesa sobrevive a su descendencia y, cuando finaliza, el título vescomtal es transferido a su primo Bernardo I de Cabrera. Pronto sin embargo, el litigio que ha iniciado el hijo de Bernat Y contra su propio padre da fruto abundante: Bernat II es el nuevo vizconde de Cabrera.
En el siglo XIV, el casal de Barcelona ha consolidado su poder ante el resto de familias nobiliarias de los condados catalanes y el rey Pedro el Ceremonioso lleva a cabo una política de control riguroso de los territorios que domina y de expansión marítima Mediterráneo allá. En todos estos asuntos cuenta con un consejero principal de probada fidelidad: Bernat II de Cabrera. Este vizconde tiene una vida digna de una novela caballeresca que finaliza como una auténtica tragedia. Participa activamente en batallas terrestres y navales donde logra notables victorias, deviene insignia de la flota catalanoaragonesa, lleva a cabo acciones de alta política junto al rey …
Pero, finalmente, cae en desgracia: es acusado de traición a la corona, sometido a un proceso judicial y muere decapitado el año 1364. Poco tiempo antes de la bajada de los Cabrera, Bernat III había sido nombrado conde de Osona por parte del rey Pedro el Ceremonioso. Ahora, en pleno declive de la saga, el rey aprovecha la rebelión del vizcondado contra la corona, motivada por la decapitación de Bernat II, para confiscar todas sus posesiones, incluido el nuevo condado de Osona. En cuanto a la revuelta, finalmente sólo el castillo de Montsoriu resiste el largo asedio de las tropas reales enviadas para sofocarla.
Además, Bernat III muere en 1368 luchando en tierras castellanas tras marchar del territorio vescomtal al ver fracasar el levantamiento armado. Pero las esposas de los Cabrera, Timbor de Fenollet y Margarita de Foix, reclaman el regreso de sus dominios ayudadas por el procurador general del vizcondado, el caballero Berenguer de Malla, que se mantiene siempre fiel al servicio de la estirpe Cabrera durante todas estas dificultades militares y políticas. En 1373 Pedro el Ceremonioso restituye las posesiones (sin el condado de Osona) a Bernat IV de Cabrera, el nieto de Bernat II.
Bernat IV de Cabrera participa en la lucha por reconquistar el poder en Sicilia junto a la corona catalanoaragonesa y es premiado con un territorio y un título en la isla: el condado de Módica. Esta buena situación de Bernat IV coincide cronológicamente con un período de transición hacia el renacimiento: nuevos aires, nuevas técnicas de hacer la guerra y nuevas maneras de vivir. Los castillos enturonats se ven demasiado rústicos para esta nueva aristocracia, que prefiere los palacios urbanos. En este contexto, el muérdago
El vizcondado de Cabrera existe del siglo XI hasta el XIX, pero sus años más destacados son los de la baja Edad Media (s. XI – XIV), el periodo del feudalismo. Del mismo modo que se crean y se consolidan las
señorías feudales, se levantan también piedra a piedra los impactantes nuevos edificios de la época, castillos, murallas e iglesias: gracias a la concentración de la riqueza en unas pocas manos y, también, mediante la potencia de los discursos que encuadran la sociedad ( obediencia al poder militar y el poder religioso). En el momento de máximo esplendor del vizcondado de Cabrera, a mediados del siglo XIV, sus límites van desde la sierra de Cabrera (en el Collsacabra), de donde el linaje toma el nombre, hasta la zona costera de Blanes, donde comienza la Costa Brava; y desde el sector baixmontsenyenc de la depresión prelitoral hasta llano de la Selva.
Por tanto, en esta época los vizcondes de Cabrera señorean unos extensos dominios que incluyen 4071 fuegos o familias, que corresponden a unos 20.500 habitantes aproximadamente. Esta cifra supera con mucho el número de súbditos del resto de señores del país, que en promedio no llegan a las 2.000 familias. En cuanto a los espacios físicos de poder en el territorio del vizcondado, sus núcleos se establecen de lleno a la actual comarca de la Selva, cerca del macizo del Montseny y el tramo bajo del río Tordera.
A nivel militar, de entre los más de treinta castillos y casas fuertes que forman parte del vizcondado de Cabrera a mediados del siglo XIV, el más importante es el castillo de Montsoriu (Arbúcies – Sant Feliu de Buixalleu). Con la reforma arquitectónica ordenada por Bernat II de Cabrera alrededor de 1350, Montsoriu se transforma en un castillo inexpugnable dotado de las mejores características a nivel de poliorcètica (como puede comprobar su capitán militar Berenguer de Malla durante el sitio de Pedro el Ceremonioso) y, también, en un palacio gótico con elementos constructivos de auténtico lujo. Todo un símbolo del poder militar y señorial de los Cabrera.
En el ámbito administrativo, la ciudad amurallada de Hostalric, señoreadas por su castillo medieval enturonat y dotada de universidad (en el sentido de «ayuntamiento») en 1327 por la vizcondesa Marquesa, centraliza las funciones de gestión y gobierno del vizcondado de Cabrera deviniendo la sede de la curia jurisdiccional (con la presencia de notarios, como Pedro de SantAntoni, y escritores). Hostalric cuenta también con una ubicación geográfica clave, situada encima de una de las principales vías de acceso a la península ibérica y en medio de dos ciudades importantes: Girona y Barcelona. Este emplazamiento estratégico de la villa y el castillo conlleva que sus defensas se sigan utilizando hasta la época contemporánea. Por lo tanto, mientras que las murallas y torres de la ciudad son las originales de la edad media, el antiguo castillo medieval se ha transformado en una fortaleza con baluartes y revellines.
En cuanto al referente religioso, el monasterio benedictino de San Salvador de Breda es el centro espiritual de referencia del vizcondado de Cabrera. Fundado 1038 por los vizcondes Ermessenda de Montsoriu y Guerau de Cabrera, cuenta con un magnífico campanario románico que hoy sigue en pie marcando el paso de las
6 horas, al igual que marca los ritmos de la comunidad de monjes benedictinos hasta el siglo XIX. A inicios del siglo XIV se proyectan unas grandes reformas góticas con el objetivo principal de transformar la nave de la iglesia del monasterio. Miquel Sansón, abad del cenobio Bredenc entre 1470 y 1507 y trigésimo primero presidente de la Generalidad de Cataluña, ultima estas alargadas reformas impulsando la nueva fachada de la iglesia
y el palacio abacial gótico.
La ciudad costera de Blanes, dominada por el castillo de San Juan, adquiere un mayor protagonismo geopolítico dentro del vizcondado de Cabrera cuando los vizcondes consiguen nuevos dominios Mediterráneo allá a finales del siglo XIV. Este mayor protagonismo Blanes se pone de manifiesto también con la presencia de vecinos ilustres como el polifacético Jaume Ferrer (1445? – 1529). El palacio vescomtal, la fuente gótica, las vueltas de la calle Ancha y el portal de la Virgen María son los principales testigos materiales. Para cualquier entidad política territorial, el hecho de contar con una fachada litoral es un bien muy preciado. Así pues, para el vizcondado de Cabrera (en un momento de expansión comercial y militar por el Mediterráneo y con la importancia de la navegación de cabotaje en el transporte de mercancías de la época), el puerto de Blanes tiene un papel muy significativo , que es clave cuando Bernat IV de Cabrera pasa a ostentar el título de conde de Módica (Sicilia).
El vizcondado de Cabrera existe del siglo XI hasta el XIX, pero sus años más destacados son los de la baja Edad Media (s. XI – XIV), el periodo del feudalismo. Del mismo modo que se crean y se consolidan las
señorías feudales, se levantan también piedra a piedra los impactantes nuevos edificios de la época, castillos, murallas e iglesias: gracias a la concentración de la riqueza en unas pocas manos y, también, mediante la potencia de los discursos que encuadran la sociedad ( obediencia al poder militar y el poder religioso). En el momento de máximo esplendor del vizcondado de Cabrera, a mediados del siglo XIV, sus límites van desde la sierra de Cabrera (en el Collsacabra), de donde el linaje toma el nombre, hasta la zona costera de Blanes, donde comienza la Costa Brava; y desde el sector baixmontsenyenc de la depresión prelitoral hasta llano de la Selva.
Por tanto, en esta época los vizcondes de Cabrera señorean unos extensos dominios que incluyen 4071 fuegos o familias, que corresponden a unos 20.500 habitantes aproximadamente. Esta cifra supera con mucho el número de súbditos del resto de señores del país, que en promedio no llegan a las 2.000 familias. En cuanto a los espacios físicos de poder en el territorio del vizcondado, sus núcleos se establecen de lleno a la actual comarca de la Selva, cerca del macizo del Montseny y el tramo bajo del río Tordera.
A nivel militar, de entre los más de treinta castillos y casas fuertes que forman parte del vizcondado de Cabrera a mediados del siglo XIV, el más importante es el castillo de Montsoriu (Arbúcies – Sant Feliu de Buixalleu). Con la reforma arquitectónica ordenada por Bernat II de Cabrera alrededor de 1350, Montsoriu se transforma en un castillo inexpugnable dotado de las mejores características a nivel de poliorcètica (como puede comprobar su capitán militar Berenguer de Malla durante el sitio de Pedro el Ceremonioso) y, también, en un palacio gótico con elementos constructivos de auténtico lujo. Todo un símbolo del poder militar y señorial de los Cabrera.
En el ámbito administrativo, la ciudad amurallada de Hostalric, señoreadas por su castillo medieval enturonat y dotada de universidad (en el sentido de «ayuntamiento») en 1327 por la vizcondesa Marquesa, centraliza las funciones de gestión y gobierno del vizcondado de Cabrera deviniendo la sede de la curia jurisdiccional (con la presencia de notarios, como Pedro de SantAntoni, y escritores). Hostalric cuenta también con una ubicación geográfica clave, situada encima de una de las principales vías de acceso a la península ibérica y en medio de dos ciudades importantes: Girona y Barcelona. Este emplazamiento estratégico de la villa y el castillo conlleva que sus defensas se sigan utilizando hasta la época contemporánea. Por lo tanto, mientras que las murallas y torres de la ciudad son las originales de la edad media, el antiguo castillo medieval se ha transformado en una fortaleza con baluartes y revellines.
En cuanto al referente religioso, el monasterio benedictino de San Salvador de Breda es el centro espiritual de referencia del vizcondado de Cabrera. Fundado 1038 por los vizcondes Ermessenda de Montsoriu y Guerau de Cabrera, cuenta con un magnífico campanario románico que hoy sigue en pie marcando el paso de las
6 horas, al igual que marca los ritmos de la comunidad de monjes benedictinos hasta el siglo XIX. A inicios del siglo XIV se proyectan unas grandes reformas góticas con el objetivo principal de transformar la nave de la iglesia del monasterio. Miquel Sansón, abad del cenobio Bredenc entre 1470 y 1507 y trigésimo primero presidente de la Generalidad de Cataluña, ultima estas alargadas reformas impulsando la nueva fachada de la iglesia
y el palacio abacial gótico.
Pero, además de estos núcleos de poder del vizcondado de Cabrera, hay muchos otros elementos que forman parte del rico patrimonio arquitectónico vescomtal: la antigua Ermita de San Pedro Sestronques de Inglés, el castillo de Caldes de Malavella, el castillo de San Juan de Lloret de Mar, el monasterio cisterciense de Valldemaria de Maçanet de la Selva, la torre de Pega de Riells i Viabrea, la iglesia de Sant Feliu de Buixalleu, la iglesia de
Santa Maria de Sils, el castillo de Fornils de Susqueda, el castillo de Sant Iscle de Vidreres, etc.
Así pues, el vizcondado de Cabrera cuenta con un numeroso patrimonio arquitectónico de primer nivel, que se complementa con un interesante patrimonio inmaterial (leyendas, fiestas, técnicas artesanas tradicionales …), y que se integra en un variado patrimonio natural que desde los picos más altos de la Reserva de la Biosfera del Montseny, con sus hayedos y abetales, hasta los acantilados cubiertos de pinos que se vierten sobre el Mediterráneo en la Costa Brava; pasando por los cerros, las llanuras y los ríos, arroyos y zonas húmedas de la Selva con la presencia de encinares, alcornocales, bosques de ribera … En definitiva, un territorio vivo y con una gran diversidad de paisajes donde el espíritu de los lugares se hace evidente.
La visita a los diversos lugares, pueblos y elementos patrimoniales del vizcondado de Cabrera permite revivir y conocer con rigor la edad media, siguiendo los pasos de una de las estirpes señoriales más importantes de Cataluña: los Cabrera. A la vez pero, mientras nos adentramos al vizcondado para descubrir su atractivo pasado medieval, tenemos la oportunidad de vivir intensamente un territorio bien activo en el presente: fiestas, comercio, gastronomía, alojamientos, actividades deportivas y culturales… Múltiples posibilidades para configurar experiencias personalizadas plenamente enriquecedoras en un contexto donde se mantiene la esencia del vizcondado de Cabrera, que hoy es uno de los rasgos de identidad de una comunidad que la reivindica sin nostalgia pero con orgullo, y que quiere compartirla con sus visitantes…
Vizconde de Cabrera, varón de Montclús, conde de Osona, vizconde de Bas y conde de Módica.
Cosmógrafo, navegando, cartógrafo y mercader. Natural de Vidreres y residente en Blanes.